Por Hans Schuster
La literatura nos trae siempre espacios de búsqueda en donde el lenguaje y el sentido de lo no dicho, se convierte en el centro de la escritura de autor. Acción que viene desarrollando Carlos Trujillo, desde sus primeras publicaciones, donde sus textos se venían acompañando con la presencia o ausencia en la búsqueda del sentido, marcado profundamente por una indagación metafísica, en que, la escritura poética, como objeto total de sí, es descompuesta entre los distintos momentos (que aprecia el hablante lírico) y considerada en la mayor abstracción posible; en cuanto encierra no sólo la suma de entes (palabras, silencios, imágenes, ideas) que dicen estar presentes como elementos reales. De modo que su escritura, es parte de la racionalidad explícita con que el hablante aborda el acto de escribir poemas.
La Palabra y su Perro (2007-2016), de Carlos Trujillo publicado por Editorial Mago, Santiago de Chile, 2019, 240 páginas, se suma a sus ya 15 libros anteriores, algunos traducidos, o bien en ediciones bilingües, en general al inglés, y su inclusión en un gran número de Antologías.
El libro dividido en una serie de secciones gravita en torno a la discusión metafísica de la poesía, considerando a ésta, como el ente real en toda su extensión, de tal forma que lo poético no incluye, abiertamente, a los entes de la emoción, de allí que su aparente ser, sea expresamente apelativo y racional, sin grandes figuras retóricas ni juegos metafóricos, ya que considera al acto de escritura como sus elementos de razón, causa y realidad.
3
¿Qué hace la palabra que queda afuera del poema?
¿Y qué, el espacio que se negó a crecer?
Y la palabra que no fue elegida
¿Vuélvese canto o silencio?
¿Y el silencio que no alcanzó lugar?
¿Qué se hizo de él?
pp. 13 (Primer apartado-PALABRAS)
Señalando así al acto del lenguaje como único creador de realidades y objeto exclusivo y excluyente de su propia metafísica como suprema realidad, ocupándose de todo aquello que ocupa de su substancia e inmaterialidad, comprendiendo en ello, el lenguaje como accidente del ser, que es en sí mismo, y la palabra en su condición de interpretaciones finitas, de acuerdo a cómo se van encadenando en la configuración del texto, que a su vez es el resultado del saber, que se abstrae de lo material y de inmaterial, de lo finito y de lo infinito (la palabra y su ausencia como núcleo del mundo) finalmente irrumpe en una nueva realidad que a su vez pone en discusión su propia realidad creada.
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Cuando la palabra que guardabas para un poema
Se te ha metido en otro y no hay forma de sacarla
No pierden ni el poeta ni el poema
Tampoco pierde la palabra tránsfuga
Es el lector quien pierde
O imagina perdido
Un poema que nunca se escribió
O que debió ser otro.
pp. 70 (Tercer apartado: DE SUEÑOS, DEUDAS Y ADMONICIONES)
De esta forma, la propuesta de escritura de Carlos Trujillo, coherente con sus escritos anteriores, vuelve a aparecer como un estudio de la palabra, en cuanto ente que construye lo real, esto es, la palabra en su autoconciencia del ser en cuanto es, no concebida al modo de sí como el todo o lo supremo, la palabra, si bien, está bajo la sospecha de la mera abstracción total, debe ser concebida en la circunstancia precisa, en el acto de enunciación que es también histórico o perderá de sí su transcendencia.
Al vez por eso, el texto trae guiños y homenajes a: Mario Contreras Vega, Sergio Mansilla, David Miralles, Rosabetty Muñoz, Nelson Navarro Cendoya, Nelson Antonio Torres, Nelson Vásquez y Maha Vial, Óscar Galindo y me pareció ver claramente a Leonel Lienlaf, aunque no se le menciona como a los otros autores.
Como establece Luis Zaror en: El arte en tiempo de Pandemia (El Insular / lunes 3 de agosto 2020, pág. 8): “La página es un misterio como la creación misma para Trujillo, quien, más adelante, sin apartarse ni un ápice de esa visión de mundo en la que palabra, escritura, lectura, misterio y nacimiento, nos dice “este nido naciente que es la página/ anidada en tus ojos” (p. 82).” Estableciendo así la idea de la escritura literaria como una serie de discursos inestables y discontinuos que asumen un contrato temporal al ojo del lector, dinamizando así el lenguaje poético para generar la idea de un yo sostenible que habita en un universo de conexiones cuya versatilidad le permite cruzar sus propias fronteras literarias.
La Palabra y su Perro (2007-2016), de Carlos Trujillo, pareciera ser un libro inconcluso, pero no lo es, justamente por su hecho recursivo, un texto que se niega a la posibilidad de establecer coordenadas geográficas, aunque aparecen un par de ciudades mencionadas, pero no para ser atrapadas o comentadas, sólo en la referencia a histórica en donde la transposición conceptual es también la política (Al menos en este texto, no así en la obra de Trujillo), porque, por así decirlo, logra establecer la transposición conceptual de una supuesta intuición metafísica que circula en lo no dicho, en la conjugación de palabras explícitamente puestas allí, a modo de tanteo y donde se sostiene que la escritura sólo se sirve de simples conceptos, que en medio de las sombras, se agitan y mueven su cola creando nuevos niveles para las poéticas del mundo.
Santiago de Chile, 5 de septiembre 2020.