Reseña escrita por Hans Schuster Guzmán
Libro: [...y...] lentamente muere(n) la escritura.
Autora: Kerstin Möller
Perturbando el lenguaje no se deja olvidar y así de enlazado entre líneas errantes, solitario y múltiple el lenguaje busca esa soledad que cree merecer en su residencia inhabitable de silencio, pero no, saca fuerzas de sus penurias inacabadas ante el temor perpetuo al abandono, como si todo no durará más que 15 segundos enlazados al terror de la palabra terror en donde se atraganta lo imposible, y sigue así desde las primeras escaleras que sube y baja en la búsqueda del sentido amoroso donde se cuelgan las palabras como sábanas o banderas, y se sienta otra vez en una sílaba y la repite hasta el cansancio como si fuera una droga, o un pellizco de memoria que viene zumbando su abandono, como sea se deja ver arrinconado por un tilde que salió de quizás dónde y atravesó una vocal, que lo deja temblando…
Porque es el lenguaje el que se desangra con su ritmo, ojalá que pueda descansar, aunque sabe que le duele el amor, porque se atraganta y palpita inadmisible, o tirita tal vez, y hace otro guiño cerrando un ojo, un ojal que busca su botón de antiguo, como lenguaje que es, se burla de sí mismo cuando se queda sin espíritu, desnudo, y llora en francés, en mapudungun, en el idioma que sea, llora estrepitosamente y le sangra la nariz…
De pronto, el lenguaje descubre entonaciones inauditas y se zambulle en una corriente alterna buscando acordes nuevos, pero viaja por las gargantas sin instrumentos y apenitas cree que le sale una frase, un pequeño verso que repite con su halo translingüístico, difícil de traducir, pero allí está la gracia de la energía fragmentada, que se asoma de a poco, como si se sacara la lengua, y recurre a imágenes, dibujos y otras perforaciones visuales, algunas rudas, o bastante rudas como el silencio blanco de la página que navega sola en la soledad del lenguaje ausente, de quejidos que gotean su queja…
A ratos, lenguaje pareciera entender una nueva métrica, centímetro a centímetro en la garganta de las cosas que lo desgarra por la ruptura de imagen concebida sin sonido casi, apenitas aullando, o tratando de licuar el mundo de la imagen en la tensión de poner allí lo necesario para sentir lo vivo…
Entonces, el lenguaje se vuelve imposible, se auto satura, se vuelve irreverente y se niega a seguir el juego, porque la poesía es otra cosa y se dispara en los pies, para seguir cojeando porque no puede coger, recoger la mugre de su propio sexo, que le duele porque a ratos todo se ve sexuado, en la generalidad del género y le hacen falta transferencias de sílabas, lo que quiere decir es otra cosa y vuelve a llorar en su rincón descascarado…
Y hace como que renuncia a la distinción de prosa o verso, lo que sea que lo encasille lo saca de sus casillas y grita, grita fuerte pero en su caja de resonancia se escucha otra cosa, se lee otra cosa entre sus trazos, y hay frases lejanas, absurdas, pequeñas niñerías de un espíritu que se ajusta los anteojos, pero igual no ve el poema porque es demasiado breve y trata de sonreír, porque el lenguaje sonríe con cortesía cuando no entiende la audacia de esa palabra puesta allí, al borde del precipicio, o metida en una taza para seguir sorbiendo lo que está disperso e ilumina…
Otras veces, como ahora, el lenguaje se pone rímel en los ojos para que nada rime, o rime un poquito a modo de susurro y se pinta los ojos para rumiar en el sonido del pasado, porque es preciso agrupar un verso que se desintegra en la hoja y ojo con el rímel lo chorrea todo, y saltan lágrimas de sangre ya casi no hay límite, sólo palabras desancladas que pesan y se hunden en lo profundo…
Pero como siempre, lenguaje se rehúsa , y se ve a sí mismo patético, pero se da cuenta que espejea y se ve en la imagen desproporcionada y le toma odio a la palabra, a la poesía que le dicen de la pura imagen y se hace parte de las sombras, y abre su paraguas de preguntas, pero no responde nada, por el contrario, dispara rayos y recrea un big bang de sonidos, deshilachados, apunto de quemar la hoja en donde la palabra se sentía a salvo y salvo error u omisión la escritura te devuelve la cabeza en forma inesperada, te dice por allí o por acá, te dice que todavía estas vivo y eso no es poca cosa, si se trata del lenguaje….
Y era necesario levantar un poquito de polvillo entre palabras que siempre están afuera y hay que salir a buscarlas, porque cuando llegan solas vienen entumidas, desfalleciendo y te estremecen cuando se alejan de lo que ya habíais pensado y se tragan su orgullo, el tuyo también, el lenguaje se traga todo o lo inventa y crea un libro de poemas cuyo título [...y...] lentamente muere(n) la escritura de Hanari Catri o (Kerstin Möller), tachado por supuesto como todo lo que se innova en la poesía.
El lenguaje siempre habla de si, y de por sí, y se queda corto agrandando el uni-verso, que se piensa hecho polvo de estrellas y se vuelve a estrellar con su existencialismo, rompiendo nuevamente la estructura estilística de los ismos, y todos los temas caben, si no para qué son las preguntas, solas, asoladas, porque ya no hay un orden cronológico que las relate, ni coherencia emocional, a ratos un eco que se repite en blanco, y ni hay número preciso de sílabas que tintineen con la música, o con los soportes artísticos que lo hagan soportable, cuando es el propio autor/a/es, el que no se soporta porque anda en calcetines y ahora la poesía en el lenguaje de la poesía es multimedia.
Pueden leer el libro digitalizado aquí:
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