PRIMER ENVÍO
TIEMPO, MEDIDA IMAGINARIA
Stella Díaz Varín y su Breve Historia de mi Vida
Heddy Navarro Harris
Para este país y este grupo que gira y amalgama: filosofía y poesía, un saludo a la obra de la poeta Stella Díaz Varín, señera maestra, hija de la libertad plena y respiro de humanidad. Un guiño y su semilla, desde mi recuerdo:
Conocí a la Stella, en persona, aquel día en que alguien nos presentara en la SECH y ella me alejara bruscamente con su brazo para mirarme; y pasaran minutos o siglos, mientras radicalmente me observaba, toda. Después me atrajo hacia sí y ronca, como nunca, pronunció, invadiendo toda la estancia un: ¡Te amo huevona! Luego vino el abrazo de rigor y al borde del miedo pasé tenuemente el túnel de su luz avasalladora. Debo referir que sabía previamente que me amaría u odiaría, pero a medias tintas no quedaríamos; me lo habían advertido. Y así y a mucha honra pude entrar a su mundo poético y plural que era ella a todo dar.
Hoy, en este minúsculo espacio de pandemia y compromiso de palabras respiro su poética y ofrezco las de ella para recibir su aliento como un buen comienzo. Compañera de luchas sociales y poeta de pandemias humanas, que llevó, con coraje y hambre también, una dura vida a catorce años de su muerte… Y de su libro “Tiempo, Medida Imaginaria” dejo el primer poema sobre la mesa:
BREVE HISTORIA DE MI VIDA
Comando soldados.
Y les he dicho acerca del peligro
de esconder las armas
bajo las ojeras.
Ellos no están de acuerdo.
Y como están todo tiempo discutiendo
siempre traen perdida la batalla.
Uno ya no puede valerse de nadie.
Yo no puedo estar en todo;
para eso pago cada gota de sangre
que se derrama en el infierno.
En el invierno, debo dedicarme
a oxidar uno que otro sepulcro.
Y en primavera, construyo diques
destinados a naufragios.
Así es, en fin…
Las cuatro estaciones del año
no me contemplan, sino trabajando
Enhebro agujas
para que las viudas jóvenes
cierren los ojos de sus maridos,
y desperdicio minutos, atisbando
a la entrada de una flor de espliego
de una simple abeja
para separarla en dos
y verla desplazarse:
la cabeza hacia el Sur
y el abdomen hacia la cordillera.
Así es
como el día de Pascua de Resurrección
me encuentra fatigada,
y sin la sonrisa habitual
que nos hace tan humanos
al decir de la gente.
Foto autorizada por la autora: Stella Diaz y Heddy Navarro, "lecturas en Barrio Yungay, Santiago de Chile, 2001"
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