Papeles viejos
Ahora sé que nuestra historia
es la historia de papeles viejos
que ayudan la luz a vivir
sin olvidar la vida
que ayer fue promesa.
De los héroes hundidos
en las entrañas de la tierra,
nos queda el sitio del amor profundo,
del coraje de la espera necesaria
de la muerte.
Del pasado nos quedan los libros
que han dejado dicho
no siembres semillas en las piedras
que no crecen,
nos quedan los restos pintados
de los árboles
alimentados de lo que fuimos
antes de destruir los ojos
de nuestros cuerpos
hechos de madera y de ramas,
nos queda un fondo de paisaje antiguo
más parecido a una música que a un paisaje.
Nuestras respiraciones fatigadas
se hacen suspiros
como si trataran de escribir
las páginas de un nuevo libro.
En esta pila de papeles viejos
me pregunto
¿De qué vida vivo la muerte?
Lo que queda
Del llanto
no me quedan ni las ojeras,
todo dentro de mí
se ha vaciado,
veo que a la soledad
que me acompaña
apretada a los huesos,
ninguna palabra le hace justicia.
Estoy saliendo de la anestesia,
abro los ojos
y pregunto con la lengua pastosa
en qué punto de la muerte
se quedó la vida.
La busco en el agujero del silencio,
en el vuelo del ángel breve
que se transfigura en viento
para secar mis lágrimas
en la alegría representada
con el traje alquilado.
La busco en aquella otra yo
que murió con la muerte mía,
con los ojos que le arrancaron, viendo
por la mirada de mi cara.
La busco en la sobrevida,
en la herida innombrada
y me pregunto
sobre qué muerte yo sigo viva,
levantada como un pajarraco
que trata de construir
una alegría olvidada.
Memoria
Están llenos mis días
de memoria y de olvidos,
de verdades y mentiras,
de posibles y de imposibles,
de amor y de desamor,
de vida y de muerte
y sin embargo, a veces,
un conjunto de voces
llena mi alma de vacíos,
mi rostro con su ilusoria juventud
vive en la esclavitud
de lo que piensan de mí
las gentes que miran
del otro lado del espejo
esa sombra inseparable
donde hundo el cuerpo.
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