LOS 5 DEDOS DE LA MANO IZQUIERDA
- Aldo Solalinde
- hace 12 minutos
- 2 Min. de lectura
Escrito por Aldo Solalinde
I
A menudo lo siento, mis ojos parecen ventanas, donde alguien, adentro mío observa al mundo y no quiere salir, lo presiento.
Será el protagonista de esta novela, de esta aventura e impredecible miniserie que es mi vida?
No voy a perderme el capítulo final.
Donde dejé el control?
Y ese final es el principio de otra serie, otra historia.
Sigo con el mismo deseo de tener el rol protagónico.
Soy un guerrero triunfante en medio a cadáveres en la última batalla entre el bien y el mal.
Adversarios vencidos, agonizantes, de miradas suplicantes, queriendo saber.
Cuál fue mi victoria? Cuál fue mi triunfo?
Soy el héroe de esta guerra santa?
Qué tiene de santa?
He brindado con el vino de la Gloria.
Se me ha quedado un sabor amargo en la boca, soy un prisionero en mi propia armadura.
Quién ha sido el vencedor?
"COCA-COLA siempre te da más!!!"
La publicidad es la única realidad triunfante en esta impredecible fantasía cotidiana.
II
Conocí a un monje que hablaba sobre el bautismo del santo espíritu y los dones de su religión.
Cuando estaba en la soledad de su celda su espíritu clamaba por la carne.
Conocí a un pagano que alababa a los placeres de la carne y al deseo.
En la soledad de sus rituales su carne clamaba por el santo espíritu.
Los presenté, el uno al otro, se hicieron grandes amigos,
inseparables.
Se casaron, ayer. Viven felices hoy.
III
El error de un hombre cuando busca a una mujer
(para toda la vida)
Es querer encontrar la encarnación de su ideal, lo que soñó, lo que mamó, aquello que aprendió de su madre.
Abnegación,
esfuerzo y sacrificio,
egoísmo y pertenencia,
poseer,
celar,
depender.
El hombre debería querer encontrar a una mujer, apenas una mujer.
Las mujeres-madres, despótica y sutil especie del género femenino,
incrementan nuestro Edípo, alimentan nuestro machismo y
nos vuelven infieles e inseguros.
Ciertamente,
el hombre debería querer encontrar a una mujer.
A una mujer, apenas.
IV
Te siento
Te existo
Te vivo
Me sientes
Me existes
Me vives
Solo sé conjugarlos
Quiero sentirlos
Existirlos
Vivirlos
Para después sentir, existir, vivir.
V
Hasta que la muerte nos separe…
La muerte no separa, une eternamente.
Solo la vida separa a cada uno de nosotros los que pretendemos ser una parte del todo.
El hombre y la mujer
El macho y la hembra
El marido y la esposa
Hijos e hijas
Padres y madres
La derecha y la izquierda
El día y la noche
El agua y la tierra
Lo blanco y lo negro
El esperma y el óvulo
Todos separados haciendo parte de un solo todo
que se vuelve a separar
En la demora del tiempo o en lo efímero de nuestra eternidad
solo la muerte nos iguala.
Aquí, donde las sagradas escrituras nos dieron la arcilla
como origen,
descansamos en paz
Yo
Tu
Él y ella
Nosotros
Todos juntos, unidos finalmente en lo único que nos iguala
definitivamente,
aunque le pese a la vida.

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