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Darwin Rodríguez Suazo

LAZARUS TAXON: GRABADOS DE AMÉRICO CAAMAÑO. ABERTURA.

Por Darwin Rodríguez Suazo.


El almizcle está dentro del ciervo, pero él no lo busca

[dentro de sí: vaga en procura de hierba.

Kabir


En el dodecafonismo no hay jerarquía entre las notas, cada una de las doce debe aparecer la misma cantidad de veces, para que no se considere que una es más importante que la otra. Es una música tensa donde no hay reposo.


Lo digo porque yo andaba enfrascado en ello antes de nuestro último encuentro con Américo Caamaño. Américo vive actualmente en Tomé con su compañera Lisa Godoy, artesana, ceramista y tejedora. Juntos comparten el Taller Pacífico, una antigua casa ubicada en el Cerro Navidad de cuya intemperie cuelgan dos tímidos capullos de encanto dorando el borde de nubes (Tagore). Los visité en ocasión del libro que preparamos con Américo. Delineamos una mínima secuencia, no mucho, no más de lo que la amistad y la conversación desentrañan sin obstáculos, ondeando como las telas talladas de este excepcional grabador cuyos cuadros viajan por Chillán, Valparaíso, Concepción, San Pablo, Francia e Italia.




A. Caamaño. Persistencia del Queule. Xilografía.


Dentro de las posibilidades de leer una imagen, intuitivamente he intentado a través de los años encontrar, como dice Jaime Huenún, el hilo de una larga mirada. Me solía ocurrir con los grabados y hoy la confusión es más clara. En sus primeras etapas, Américo tuvo atracción por los ojos del pez y por el Nevado Ojos del Salado como una metáfora del lugar desde donde podrías ver a todo Chile. Después, sus intenciones estuvieron puestas en las ventanas –dice Américo que las puertas son por donde transitas hacia el exterior o interior de los espacios, pero por donde más te comunicas es por las ventanas–, tras lo cual se preocupó del sentido patrimonial de su oficio, con grabados referidos a la antigua Estación de Trenes de Tomé, a las vitivinícolas o al mundo textil.




A. Caamaño. De-Sastre. Xilografía.


En todos esos momentos, prevaleció y prevalece en Américo un intento por relacionar su búsqueda expresiva con disciplinas como la poesía, donde también perviven con solvencia incisivos imaginarios oceánicos:


Te recuerdo amigo escuchando a Debussy

aquella noche, junto al mar

en nuestro pequeño puerto.

La tormenta había amainado

como al conjuro de la melodía.

Sobre el mar, la luna extraña y compleja

lanzaba su brillo blanco y metálico

que ahuyentaban a veces

a vendedores viajeros y perdidos.

¿Éramos jóvenes entonces?

¿En nuestra frente ardía

un ideal no consumado

que despertaba en nosotros reminiscencias misteriosas?

¿La muerte ya rondaba por tu huerto prematuro?

No sé, pero la tormenta

se había calmado y el vino tibio

parecía aromar el recuerdo.

Al conjuro de la música

una lluvia suave

hacía cantar los techos

y ponía en nuestra alma

delicado temor ancestral.

Por eso te recuerdo ahora

amigo querido y perdido

porque aquí en la ciudad

sin mar, sin luna y sin tormenta

de pronto entra Debussy al oído

con el mar, la luna y la tormenta

para sacudir el recuerdo

y hacer llorar la soledad.

(Rafael Ampuero, Recuerdo al amigo Alfonso Mora. En Saavedra: 2021).


En la Edad Media europea surgió algo llamado “intervalo del diablo”: un tritono, diabolus in musica. Es una música que conjugó gran parte de lo que vino después hasta la creación del blues.





Recordemos que la tonalidad es una jerarquía de las notas. Una nota es el centro tonal. Establece una jerarquía de tensión; luego mantiene, sube la tensión, y luego se mueve al descanso, dándose la tonalidad. Son tiempos y lugares en los que la música se hacía “para acompañar algo”, ritos religiosos la mayoría de las veces. Mozart, en cambio, tocó una música que nacía para ser escuchada por el solo hecho de ser música, no para acompañar algo: búsqueda de nuevas formas, romántico gozo y apreciación del periodo anterior, barroco.


Beethoven, por su lado, intenta plasmar su sentir dentro de la obra; ya no le preocupan tanto las formas racionales, sino la expresión de su ser. Reafirma el concepto del centro tonal con centros establecidos, poderosos que luego desarrollan el motivo musical que se repetirá con distintas intensidades. Y enseguida están los enfoques ya no tanto en el centro tonal, sino que en lo colorido de la música, como por ejemplo Claude Debussy, quien se basaba en el color más que en la gravedad. Algo más impresionista. Debussy ocupa escalas más exóticas, explora nuevas sonoridades en vez de tanta fuerza –como Beethoven, que te lleva y te saca del centro–. Debussy, más que sentimiento desatado, es ambiente. Aparecen nuevos instrumentos. Juegos con los timbres. Escalas asiáticas.




A. Caamaño. Caracol marino. Xilografía.


Una de las imágenes que más impacto causó en Américo es Funeral de campo, de Rafael Ampuero, donde priman el blanco y el negro. Para él, esto tuvo que ver con las historias campesinas que oyó siendo niño, las cuales de algún modo nunca interiorizó “a color”. Tendió entonces a ser más gráfico que pictórico, a expresar su mundo circundante de acuerdo a como lo veía. Dibujó. No estuvo preocupado de que el color lograse una textura, o volumen o brillo. No hizo una aplicación racional del color. Claro, desde el punto de vista pictórico, el blanco y el negro no son verdaderamente colores, son valores de claridad u oscuridad.




R. Ampuero. Funeral de campo. 1968.


Antes, al músico no se le admiraba por hacer la música, como al panadero no se le admiraba por hacer el pan. Pero Beethoven se hizo rockstar, pasaba al lado de los emperadores y no los saludaba. Su funeral fue multitudinario. Fue leyenda solo por hacer música. Y así como después de Chopin los pianos se pintan negros porque quedaron de luto tras su muerte, cuando en una exposición de grabados se imprimen copias y no puede contarse con la firma del autor, se les coloca post-mortem. Es lo que ocurre con la más reciente exposición de Ampuero (Un rumor entre mar y montaña, Sala Marta Colvin, Casa del Arte UDEC), obras que forman parte de una corriente cercana al Pacífico entre cuyos nombres Américo destaca también el de Eduardo Meissner, quien estudia en Austria y en Bonn y aprende color con Kokoschka, trayendo consigo de vuelta reminiscencias del periodo Edo del Japón; imágenes talladas en madera de cerezos, estampas que trabajan la madera con pigmentos a base de agua (Ukiyo-e: pinturas del mundo flotante), mientras en los talleres de Concepción se utilizan maderas de nogal y de peral, las cuales permiten logros muy finos y a contrafibra. Y el de Santos Chávez, quien talló en México, en los Estados Unidos, en Alemania Federal y en Alemania Democrática. En su campo de imágenes, Chávez lograba una maestría de oficio donde se reiteraban cabras y montañas como las que rodean este puerto de Tomé donde cada verano, durante nueve años, Lisa y Américo organizaron encuentros culturales itinerantes.


En uno de esos encuentros, se colgaron grabados en plena caleta grande de Cocholgüe y se montó un pequeño escenario para la llegada de poetas y músicos. Ya con todo instalado, Américo habló con un pescador para que oficiara de introductor de los grabados ante la comunidad.

–¿Cómo lo presento? –le preguntó Américo al pescador.

–Diga que soy el Güaton Vega nomás, así me conocen aquí.

Micrófono en mano el pescador dijo:

–Esto que vamos a ver es muy importante porque nunca viene algo así hasta aquí, así es que se trata de algo serio y por lo tanto hay que tomárselo en serio.


Fuentes y datos


Américo Caamaño Quijada. Su formación plástica-académica la recibió en la Universidad de Concepción, teniendo como maestros formadores a Jaime Fica, Albino Echeverría, Eduardo Meissner e Iván Contreras. Ha elegido preferentemente el grabado como medio de expresión. El año 2004 recibe el Premio Municipal de Arte y Cultura de Tomé. Durante nueve años, sale esporádicamente de los circuitos normales de presentación para asumir algunos rincones de la ciudad de Tomé como soporte de exposición, en encuentros integrados de poesía, música, video y grabado, tales como: “Caleta de imágenes” en Cocholgüe; “Mucho paño que cortar” en las ruinas de la exfábrica textil FIAP; “A Tomé los boletos” en los andenes de la desaparecida estación ferroviaria; “Patrimonios” en el barrio Bellavista; “De California a California” en el barrio California; “La luz después del túnel” en el túnel de Frutillares. “Cuando en Tomé el vino corría hasta por debajo tierra” en antiguos bodegones vitivinícolas. Actualmente es miembro del Comité Editorial de la Revista Biográfica y pertenece a la Asociación de Grabadores del Bío Bío. Algunas exposiciones: 2005-2006, muestra individual de xilografías “A toda costa… por Tomé”, en la sala Universitaria de Concepción, sala Nemesio Antúnez de la Universidad Metropolitana de Santiago, sala de exposiciones de la I. Municipalidad de Quilpué y sala de la Intendencia de Valparaíso; 2007, exposición de xilografías “Alguna vez los trenes…”, en la sala El Faro de la Universidad de Valparaíso; 2013, muestra colectiva internacional, homenaje a Pablo Neruda, Espace Saint-Rèmi, Bordeaux, Francia.


Referencias bibliográficas:


Ahumada, N. (2013). Rafael Ampuero. Concepción: Ediciones Universidad del Bío-Bío.

Martel, A. d. (1973). Diez grabados populares chilenos. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

Rugendas, M. (1970). Álbum de trajes chilenos. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

Sagredo, R. (2019). XIII Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial. Arte, naturaleza y nación: El pintor Juan Mauricio Rugendas en América (págs. 48-74). Medellín: Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Teillier, J. (s/f). Rugendas, pintor romántico de Chile. Por Tomás Lago. . culturales, 63-65.

VV.AA. (2017). Décima Incisión: Lira popular contemporánea del Bío Bío. Concepción: Asociación de Grabadores del Bío Bío.

Villegas, R. S. (2021). Alfonso Mora Venegas. Poeta esencial de Tomé. Tomé: Ediciones Perpelén.


Personajes mencionados:


Alfonso Mora: (1921-1968). Abogado, profesor y poeta tomecino. Publicó Litorales (1954), Las semillas profundas (1955), La bestia mágica (1960 y Estrellamar (1961). Su libro Piel-Polen permanece inédito.


Beethoven, Ludwig van: (1770-1827). Compositor, director de orquesta, pianista y profesor de piano alemán. Es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música.


Mozart, Wolfgang: (1756-1791). Compositor, pianista y director de orquesta vienés. Considerado como uno de los músicos más influyentes de la historia.


Debussy, Claude: (1862-1918). Compositor francés, uno de los más influyentes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.


Chopin, Frédéric: (1810-1849). Profesor, compositor y pianista polaco, considerado uno de los pianistas más importantes de la historia y uno de los mayores representantes del Romanticismo musical.


Eduardo Meissner: (1932-2019). Pintor, grabador y odontólogo chileno. Recibió el Premio Bicentenario de Arte y Cultura 2010.


Jaime Huenún: (1967). Escritor huilliche-chileno. Sus obras han sido distinguidas con diversos premios y figura en múltiples antologías en diversos idiomas.


Kabir: (1440-1518). Poeta lírico-religioso hindú. Fue un representante característico de las grandes corrientes místicas de la India entre los siglos XV y XVI. Escribió Bijak, compilación de textos sacros, y Adi Granth, compilación de versos.


Kokoschka, Oskar: (1886-1980). Pintor y poeta de origen austriaco, conocido principalmente por sus retratos y paisajes expresionistas.


Marta Colvin: (1907-1995). Escultora chilena. El talento de Marta Colvin fue reconocido mundialmente con la obtención de premios en importantes eventos en Europa, Asia, los Estados Unidos y Sudamérica y el emplazamiento de sus esculturas en distintos países. (Museo Nacional de Bellas Artes).


Rafael Ampuerto: (1926-1984). Pintor, grabador y dibujante chileno nacido en Ancud. Recibió lecciones de artes plásticas de Elías Zaror. Algunas de sus obras se encuentran albergadas en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile. Realizó exposiciones en Chile y en Estados Unidos.


Santos Chávez: (1934-2001). Grabador chileno de origen mapuche. Huérfano a temprana edad, desde niño debió dedicarse a labores del campo, al pastoreo de animales y la labranza de la tierra, para ayudar a su familia de siete hermanos. Su compromiso definitivo con el arte se produjo en la ciudad de Concepción en 1958, donde trabajó de día y asistió por las noches a cursos de pintura de la Sociedad de Bellas Artes. Allí conoció a connotados artistas como Tole Peralta y a seguidores del muralismo mexicano, como Julio Escámez, Gregorio de la Fuente y Jorge González Camarena. En 1961 continuó sus estudios en Santiago, en el Taller 99 de Grabado invitado por Nemesio Antúnez, quien había descubierto su natural talento artístico. Se convirtió en ayudante de Delia del Carril y fue contemporáneo de Eduardo Vilches, Pedro Millar, Teresa Gazitúa, Dinora Doudchitzky y Jaime Cruz. Se perfeccionó en las técnicas de la litografía, aguafuerte, punta seca y xilografía. El premio Andrés Bello obtenido en el Salón Oficial de 1966, le permitió viajar al extranjero para realizar diversos cursos de arte. Permaneció en México por tres meses en los que pudo admirar la obra de Clemente Orozco y trabajar en el taller de Fray Cervando. Viajó a Estados Unidos donde realizó estudios en el Pratt Graphic Center de Nueva York y en el Instituto de Arte de Chicago. Más tarde siguió trabajando en la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile. Marchó voluntariamente al exilio en 1977 y recorrió Europa por cuatro años durante los cuales destaca su trabajo en el Graphic Workshop de Estocolmo, Suecia. Finalmente se estableció en la República Democrática Alemana donde trabajó en un taller privado y fue incluido como miembro de la Asociación Nacional de Artistas. A pesar de los nuevos conocimientos adquiridos en esa época, el artista se mantuvo siempre fiel al paisaje chileno, los recuerdos de su niñez y a los temas relacionados con su pueblo araucano original. Al respecto manifestó: " Es lo que me sale natural, cuando salí al extranjero ya tenía una formación del mundo que quería representar". Regresó a Chile en 1994. Entre las importantes obras realizadas en esa época, se encuentran las ilustraciones para el primer libro de Pablo Neruda traducido a la lengua mapuche por el poeta Elicura Chihuailaf titulada Todos los Cantos. Ti Kom Ul. (Museo Nacional de Bellas Artes).


Tagore, Rabindranath: (1861-1941). Poeta, dramaturgo, músico y novelista bengalí. Premio Nobel de Literatura en 1913. Autor de obras como Ofrenda de cánticos (1910) y El hogar y el mundo (1916), entre muchas otras.


Agradecimientos


A Mauricio Placencia, a Joana Maldonado y a Catalina Ramos.

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1 Comment


Darwin Rodriguez
Darwin Rodriguez
Jan 11, 2022

Re bueno, imagino un abanico que se abre para refrecarnos con el mismo aire que por siglos va y viene. El aire de este abanico, sin embargo, no es de un solo soplo sino de tantos como partes tiene el multicolorido abanico darwiniano, aunque siempre sé sencilla en el claro y el oscuro

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