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Foto del escritorAndrés Césped Palmieri

LA DIÁFANA LLAVE

Hay un fragor ecuménico en el pensamiento cuando extrema su condición

Una silenciosa fragilidad: nuestra precaria proporción de ínfimo fragmento

Es un ejercicio Incalculable de extensión y de refugios ignotos

Que arrullan el alma entre los inviernos de la nada y el nihilismo

El mundo se viste sin quererlo, por inercia de los días

Pero en verdad solo quiere desnudarse, revelar que no sabemos

Queremos asir el misterio para recorrerlo y sentirlo

No hace falta perder el aliento en entenderlo

Porque en ese ejercicio hay un peligro; despojamos las esencias.

Sé que hay voces que aguardan a que estemos listos para su concierto

Pero insistimos en hablar desmesuradamente y no abrazar los silencios que nos esperan

En las tiendas virtuales de palabras solo se exponen distancias de aquello

No demos el canto para los maestros edulcorados de tantas aplicaciones

¿O queremos hablarle a los mismos pocos de la historia?

La idea es encontrar esa llave diáfana de virtudes comunes en la sombra

Para caminar juntos, para caminar despiertos, para caminar iguales

Porque si finalmente nos hemos encontrado juntos buscando en lo que queda

Es porque necesitamos darnos la mano para religar lo que somos en silencio

Allí el absoluto nos recorre más allá de las razones y las ideas

Más allá de la historia, más allá de nuestras realidades

Más allá de las palabras que ya no alcanzaron a tocar el lamento del mundo

Hemos de detenernos en esta pausa (¿unilateral del universo?)

Bueno, desde allí solo hemos de tomarnos entre las socavadas ruinas citadinas

Para volver después desde una lucha abierta de sí mismos

Y concluir en esta lucha contra todo aquello que no fecunde la vida

¿Llevas la verdad entre tus manos de ensueño y de banderas?

Pero ¿sabes hasta donde alcanza tu disparo?

¿Te das cuenta que tu palabra es solo fragmento necesario?

Has leído esos libros que te calman pero sabes sin aceptarlo que nunca es suficiente

Solo nos queda unir nuestros desamparos, porque somos caminar bajo un mismo infierno

Déjame cantar mis profecías pero antes quiero escuchar tus ideas tus melodías

Son muchos los que quieren decir pero pocos los que escuchan con el alma desnudada

No hay infinito, no hay paraísos, no hay utopías ni verdades

Algunos solo están sobre otros para sostener el alma desde algo entre la angustia

Solo nos queda coaligar las voces en el único concierto para las generaciones del futuro

En un solo pensamiento que ciña y que ampare en su lecho nuestra sangre derramada

Tenemos el mismo llanto silencioso de pueblo en abandono

Pero creamos proyectando el mundo con la misma esperanza.

 

Foto autorizada por el autor

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